Un amanecer puede significar muchas cosas.
El comienzo de un día,
el final de una noche,
o el interludio de un momento. Porque resulta difícil no pararse a contemplarlo,
no dejarlo todo para prestarle atención.
Es como esa canción
que escucharías en bucle,
pero no lo harás
para no aborrecerla,
para volver a escucharla
con la misma ilusión.
El amanecer no te da opción,
se desvanece tan pronto
como aparece, en un instante,
te enseña a vivir en el presente, saborear cada segundo,
educa a la memoria,
porque tratas de grabarlo en tu mente.
Y así, sin pausa avanza,
arrasa el firmamento
y abrasa la noche del cielo,
es un incendio
y con él llega la luz,
la vida se pone en marcha de nuevo.